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La economía conductual y los mercados

18 de octubre de 2018

Autor: Jakelin Rodas, Especialista de Mercados en BBVA Trader

Las teorías tradicionales basan su estudio en un mercado eficiente donde los participantes se comportan de forma racional. Sin embargo, la realidad es muy distinta ya que ni la información esta disponible a todos los participantes por igual ni los individuos se comportan como Spock, personaje tan conocido de Star Trek por ser extremadamente lógico y racional. Revisando la historia económica, destacamos un componente emocional, característico del ser humano que desencadena momentos de euforia o pánico que afectan al comportamiento inversor.

De ese componente emocional surge la economía conductual. Esta teoría busca comprender las decisiones de inversión que llevan a cabo los individuos que no siempre obedecen a criterios racionales y cómo estas decisiones afectan a los mercados. Este estudio se sitúa en el punto de mira de los investigadores, y prueba de ello, es Richard H. Thaler que ha sido galardonado con el premio Nobel de economía en 2017, por su aportación en la integración de la psicología y la economía en el estudio de la toma de decisiones económicas.

En definitiva, la economía conductual pretende identificar los sesgos emocionales que afectan con más frecuencia a los inversores. Destacamos los siguientes:

- El exceso de confianza, es el más común entre los inversores y produce el efecto de sobrevalorar las propias habilidades frente al resto de participantes en el mercado así como la capacidad para predecir el futuro.

- Sesgo de disponibilidad, se produce cuando se sobrevaloran las experiencias más recientes olvidando el análisis del efecto a medio/largo plazo.

- La presión social, este sesgo puede llevar a muchos inversores a tomar posiciones poco atractivas desde el punto de vista fundamental.

- Fobia a las pérdidas, se caracteriza por la fuerte resistencia del inversor a deshacerse de malas inversiones.

- El descuento hiperbólico, se trata básicamente de valorar con mayor intensidad el presente que el futuro. Por lo tanto, a pesar de establecer una estrategia a largo plazo, ésta puede cambiar por la modificación de nuestra tolerancia al riesgo y también de nuestros objetivos.

- Estrategia “momentum”, consiste en tomar como referencia ciertos comportamientos del mercado que muestran un efecto positivo a corto plazo, descartando toda información adicional a largo plazo, tanto pública como privada, que no haría aconsejable entrar en dicha inversión.

La historia está marcada por varios episodios en los que se identifican claramente algunos de los sesgos emocionales que nos describe la economía conductual. El más importante fue sin duda la Crisis del 29 no solo por el tiempo que se prolongaron sus efectos sino también por su repercusión a nivel mundial.

Finalizada la primera guerra mundial, EE.UU. experimentó un crecimiento continuado que se reflejó en la Bolsa de Wall Street. Sin embargo, el desajuste que se produjo entre el crecimiento especulativo de los inversores en Bolsa y el crecimiento real de la economía provocó un periodo prolongado de deflación en el que se contrajo la producción y el comercio mundial, provocando todo ello la ruptura del sistema de pagos que acabó en el abandono del patrón oro entre los países miembros. La Bolsa de Nueva York llegó a caer 49 puntos en una sola sesión.

Gráfico extraído de Bloomberg

El crack del 87 o Black Monday  fue uno de los peores días de la historia de la Bolsa de Nueva York y este lunes 19 de octubre de 1987, se produjo la mayor pérdida en una sesión de la historia del Dow Jones, al llegar a caer 508 puntos, un 22,6%. Los orígenes no están del todo claros pero varias causas pudieron contribuir al  desplome del índice: la falta de previsión de la FED al subir los tipos de interés de forma tardía en un marco especulativo, el abultado déficit público de EE.UU., la guerra entre Irán e Iraq y, los nuevos programas informáticos de trading implantados en el mercado de contado de Wall Street y en el de derivados de Chicago.

Una opinión ampliamente extendida en las crónicas de la época es que cuando comenzaron los descensos, los nuevos sistemas de derivados saltaron como medida de protección incrementando aún más las caídas, lo que afectó a la psicología de las masas provocando un efecto “bola de nieve” que se transformó en pánico entre los inversores globales, empeorando si cabe la situación. El mercado tardó en recuperarse dos años tras lo sucedido.

Gráfico extraído de Bloomberg

Por último haremos referencia al no tan lejano boom inmobiliario de 2.008 y la crisis de las hipotecas subprime. Como todos recordamos, pudimos asistir a una revalorización desmesurada en el precio de las viviendas iniciada en EE.UU y extendida a Europa. La relajación de las condiciones de crédito impulsó la concesión de hipotecas y con estas llegaron los llamados “créditos subprime” o hipotecas basura,  destinados a personas con escasa solvencia para hacer frente al pago de su deuda, por el que pagaban  además unos tipos de interés mayor que el preferencial del mercado. La facilidad del crédito y  la euforia por adquirir viviendas impulsaron sin medida el precio de las mismas, y ésta cadena se volvió insostenible cuando comenzaron a crecer los impagos de las hipotecas.

El sistema se derrumbó, las entidades contaban en sus balances con productos financieros basados en créditos de escasa solvencia y, la falta de confianza por la toxicidad del producto desencadenó el efecto contagio, de forma que muchas entidades no pudieron hacer frente al desembolso del capital exigido por los inversores.

Gráfico extraído de Bloomberg

En definitiva, este breve repaso a la historia nos demuestra que los inversores no solo somos seres racionales, sino que nos dejamos llevar tanto por el optimismo como por las expectativas de beneficios ilimitados en el presente; así como nuestra fobia a las pérdidas puede llegar a agravar las crisis que se han producido en la historia reciente.

Sin duda los sesgos emocionales están muy presentes en los casos analizados, y las preguntas que nos hacemos a posteriori son: ¿se podrían haber evitado los efectos dramáticos de las crisis si a nivel individual se hubiera actuado con racionalidad? ¿Cuál habría sido el resultado si en lugar de dejarse llevar por la presión social y buscar ganancias rápidas cada uno hubiera centrado su análisis más a largo plazo? 

Antes de responder no debemos olvidar que según la teoría de los ciclos, la actividad económica fluctúa constantemente y es inevitable pasar por fases de auge, expansión, recesión y recuperación. Sin embargo, como hemos visto a través de la historia, la economía conductual puede explicar que el componente emocional es intrínseco del carácter humano y por tanto afectará a todas las decisiones de inversión que cada uno tome, interactuando en cada caso con la parte del ciclo económico en el que nos encontramos; afectando directamente a nuestro comportamiento tanto individual como colectivo.

Desde BBVA Trader solo podemos desearles que la fuerza les ilumine a tomar buenas decisiones con la mayor racionalidad posible.

 

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